Bajo árboles centenarios y con una luz de tarde maravillosa recibimos a los invitados de la boda.
La Masía Ribas es una de estas casas de toda la vida, que se conservan gracias al mimo de los que la habitan. Cada rincón tiene su historia, se guarda la tradición, se acentúa lo auténtico. Lo bonito es precisamente la ausencia de lujos, la sencillez.
Buscamos tonos y materiales naturales para entonar con el ambiente. La pérgola estaba preparada para la cena con manteles piedras y grises, platos de respeto y de pan de mimbre y sillas decapadas.
Singular Envit se ocupó de los candelabros y flores, la presentación de las listas, de los bufets y de la decoración en general.
Esther Conde