Si las piedras hablaran nos contarían largas historias del salón de este monasterio documentado en el S. XI. Construido para albergar a los monjes, fue en siglos posteriores cobijo para ganado y almacén agrícola. Hoy, salón para un banquete. El claustro fue espectacular para servir el aperitivo y para montar la discoteca. La iluminación de Moonlight hizo el espacio irreconocible y el DJ Alex Permanyer animó la fiesta hasta la madrugada, lo que comúnmente se dice….¡un fiestón!.
Los novios, gourmets de toda la vida, optaron por un aperitivo espléndido con buffets temáticos y un menú con marisco y solomillo de buey de Charolais. El postre, una gran exposición de pasteles para todos los gustos.
Los centros de flores que colgaban del techo se iluminaron de diferentes tonos a medida que avanzaba la tarde y completaban el ambiente rústico y elegante a la vez, ya conseguido con los tonos verdes y decapados de los materiales de Crimons
Fantástica manera de estrenar el otoño!