En el marco incomparable de esta obra centenaria de Gaudí, llena de magia y de color, no podíamos poner cualquier montaje. Escogimos los tonos gris piedra para manteles y sillas, que se integraban con las paredes y columnas y sólo un detalle de color, las copas malvas, que jugaban discretamente con los ventanales.
La Casa Batlló impresionó a los invitados extranjeros que, otra vez, se llevaron un buen recuerdo de Barcelona.
Esther Conde