Sí, ni más ni menos. La mezcla de una arquitectura sobria, un montaje limpio y una iluminación impecable hizo que el Celler luciese sus mejores galas.
Tonos cálidos para bañar las piedras que se tiñeron de azul en el momento del brindis. Las copas de cava iluminadas de azul intenso y el efecto de la luz en el interior de los arcos, junto con la música de La Traviata, provocaron un ambiente mágico.
Envit bordó la decoración de las mesas con unos centros a los que no les faltaba ni sobraba nada. Nubes de paniculata, velas, tul, todo al gusto de los novios, Edu y Bea. Y Alex Permanyer, al cargo de la iluminación y de la discoteca, animó la fiesta con confetti, gorros de espuma y buena música.
Servimos un aperitivo espléndido, raviolis de bogavante y solomillo de ternera con salsa de trufas. De postre combinamos un sorbete de frambuesas con el pastel. Durante la discoteca hubo bufet de chuches, de helados, de ensaimadas calientes con sobrasada y una estación de infusiones para los más tranquilos. Mirad las fotos en los posts siguientes
Esther Conde