Todo parecía el escenario del Sueño de una noche de verano de William Shakespeare… El romanticismo, la magia y los sueños de una historia de amor reflejados en una pizarra divertida.
Nos trasladamos a una masía del siglo XVIII rodeada de pinos y cipreses, donde toda la decoración estuvo pensada hasta el último detalle. Las flores vintage del jardín, de Baobab, encajaban en sintonía con la mantelería y la cristalería, así como con el diseño de las minutas y el agradecimiento de los recién casados. Los asistentes pudieron consultar su sitio en unos originales “picos pirenaicos” que colgaban de un árbol centenario.
Como punto y final a una noche de ensueño, los invitados acompañaron a los novios en una soltada de globos iluminados blancos y azules. La fiesta se alargó hasta altas horas de la madrugada, durante la cual todos disfrutaron de la música, la gastronomía y la zona chill out situada bajo las estrellas.
Esther Conde